Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

De nada sirven los nuevos conocimientos que no se publican y confrontan con quienes los deben verificar, confirmar y utilizar. Es como si no se hubieran obtenido[i]. Esta verdad, con sus extremos de cualquier índole, ha ido ganando espacio en la comprensión de la vida social hasta convertirse en la base para la organización y promoción del ser humano civilizado en este siglo XXI.

La producción de nuevos conocimientos, de ciencia, se mide a partir de su publicación, de los documentos científicos citables, que se pueden consultar. Cualquier entidad que invierte recursos para que se produzca sabiduría, nuevos descubrimientos, tecnologías, innovaciones, necesita la constancia escrita y contrastable de lo que se obtuvo para justificar su inversión. Por eso, todos los investigadores serios procuran siempre publicar lo que obtuvieron de una forma o de otra en órganos independientes y ganar así la confianza de sus financiadores.

Por otra parte, la medida de que lo publicado sea leído y usado por los congéneres para que pueda ser confirmado y utilizado se puede lograr a partir de las referencias que se le haga en otras publicaciones: sus “citaciones” o citas bibliográficas. Una carta de amor que nunca es leída por la persona de interés solo puede satisfacer ansias íntimas de quien la escribe, pero jamás entra en acción para intentar proporcionar la felicidad sentimental deseada. Debe ser correspondida, citada.

Existen grandes consorcios que se ocupan de medir globalmente cuanto se publica y también cuanto se cita lo que se publica. Ingentes recursos informáticos se han ido creando en red mundial durante los más recientes lustros. Estos permiten evaluar la cantidad y efectividad del conocimiento que se produce mediante el canal natural de intercambio de información humana de nuestros días: internet.

Se han creado incluso índices de medición, como se ha comentado anteriormente[ii]. Para evaluar la efectividad del trabajo científico, por ejemplo, se puede usar el ya famoso índice H o índice Hirsch, que relaciona las publicaciones que se han hecho con las veces que han sido citadas. El índice H es tan simple como el número de publicaciones que ha hecho una persona, o una institución, o un país, que ha sido citado “H” o más veces. Un alto índice H indica una gran efectividad de los nuevos saberes producidos. El consorcio Scimago[iii], subsidiario de una de las más importantes casas editoriales científicas del mundo, le asigna a Cuba en 2016 un índice H de 145. Quiere decir que nuestra Patria tiene 145 publicaciones, desde 1996, que han sido citadas al menos 145 veces. Los países líderes de este índice en ese año fueron los EEUU, Gran Bretaña y Alemania con 1965, 1213 y 1059, respectivamente. Cuba en 2015 tuvo la posición 74 a nivel mundial con un índice H de 127 y en 2016 mantiene el mismo puesto a pesar de haber aumentado el índice H a 145.

Ese mismo consorcio había situado a Cuba en posiciones que variaban mundialmente de 65 a 55 entre 1996 y 2014 en lo que se refiere a la producción de artículos científicos citables. Esta es una medida de cuánto conocimiento reconocible y confiable producimos con respecto a otros países y depende, obviamente, de nuestro tamaño, nuestra fortaleza económica, y de cuan científicos somos a partir de lo que producimos en este aspecto. Los líderes obvios son los EEUU y China en este indicador. Nuestra posición en el mundo con esos valores hasta 2014 era comparable con la que ocupamos en cuanto a nuestro producto interno bruto. Sin embargo, en 2015 bajamos a la posición 72 y en 2016 dolorosamente a la 78, la más baja con mucho de nuestra historia reciente. Nuestro comportamiento con ese indicador y su tendencia debería disparar las alarmas y conducir a una reconsideración urgente y fundamental de las acciones con las que se gestiona la ciencia nacional. Las causas de este dramático descenso, más que tendencia, deben ser multifactoriales y mucho se puede razonar en torno a ello. Es también una confirmación de la necesidad de actuar para hacer efectivos con la mayor urgencia los acuerdos recientes en este campo de los congresos de nuestro Partido Comunista.

Muchas acciones pueden intentarse también para paliar la situación, que en situaciones similares han tenido efectos salvadores en países de cultura y tradiciones comparables al nuestro. Por ejemplo, en un momento de crisis similar los mexicanos crearon una estructura que se denominó como “Sistema Nacional de Investigadores” (SNI). Esto ocurrió en 1984 y aún perdura, aunque muy perfeccionado con sus propias experiencias. Gracias a ello se logró una categorización de todo el que hace ciencia en un país tan grande y variado, a partir de una organización paraministerial como es su Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). La categorización se logra según los grados científicos alcanzados y la producción de literatura científica verificable de cada investigador en cada período, lo que evita muchas dificultades de confusión. La ejecutoria científica comprobable y comprobada de los investigadores es debidamente evaluada por revisores anónimos, y revisada periódicamente al alza y a la baja, según el caso. A los así categorizados se les asigna un sobresalario mensual significativo proporcional a tal evaluación, que puede multiplicar el que reciben en sus instituciones. Los investigadores pueden estar trabajando en una universidad o en un centro de investigaciones o en una fábrica que no afectan su presupuesto, porque ese sobresalario proviene de un fondo central del estado federal mexicano a través CONACYT, que no tiene que ser su empleador. Esta organización lo transfiere directamente a las cuentas personales de los estimulados.

¿Es esta una solución a que nuestra producción científica detenga su caída libre y comience a recuperarse? Solo lo sabremos si intentamos esta u otra solución viable. Y sobre todo si lo hacemos antes de llegar a una situación sin retorno, cuando ya no sea posible recuperarnos en un plazo razonable.

Notas:

[i] ¡Publica o no te creo!

[ii] Los científicos cubanos en el escenario global del Siglo XXI… y los que vienen

[iii] Scimago Journal and Country Rank, 2017 http://www.scimagojr.com/countryrank.php?year=2016)

Tomado de Cubadebate, 27 de marzo de 2018.