Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Unas 800 mujeres y unos 7 700 recién nacidos mueren diariamente por complicaciones relacionadas con el embarazo, el parto y el periodo postnatal, según denunció la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS recordó que otras 7 300 mujeres traen al mundo diariamente a un recién nacido muerto, algo que podría ser evitado si se implementasen medidas básicas de salud materno-infantil.

La reducción drástica de estas muertes es uno de los principales objetivos de la nueva Estrategia Mundial para la Salud de las Mujeres, los Niños y los Adolescentes, que será oficialmente lanzada el próximo 26 de septiembre durante la Asamblea General de la ONU.

 

El principal reconocimiento es que la sociedad no presta la atención adecuada a las mujeres, adolescentes y niños, particularmente en las comunidades más pobres del mundo, por lo que se necesitan acciones urgentes y dirigidas.

La estrategia reconoce los progresos alcanzados en las últimas dos décadas para mejorar la salud materna, que han permitido reducir en un 40 % las muertes de las mujeres embarazadas.

Sin embargo, denuncia que todavía queda mucho por hacer, especialmente en el reforzamiento de los sistemas de salud y en la concepción cultural y social de la importancia de un embarazo saludable.

Uno de los puntos esenciales es la educación sexual y los programas de planificación familiar, y una vez la mujer embaraza, el seguimiento de la gestación en todas sus fases hasta el parto.

Con respecto a los niños, el mundo ha conseguido que el índice de mortalidad de menores de cinco años se reduzca un 53 % desde 1990.

A pesar de ello, todavía 16 000 niños menores de 5 años mueren diariamente, la mayoría de ellos en África Subsahariana y en el sudeste asiático, así como en países en conflicto o que han sufrido un desastre.

Más del 70 % de las muertes de niños menores de cinco años se producen en el primer año de vida.

Más del 50 % de las muertes de niños menores de cinco años ocurren en lugares afectados por conflictos, desplazamientos y desastres naturales.

La mayoría de las respuestas a esta realidad son conocidas y pasan por la prevención de las enfermedades más mortíferas para los menores, como la neumonía y la diarrea, evitables a través de la vacunación.

Con respecto a las adolescentes, se aboga por intervenciones adaptadas a su edad y que ataquen los principales problemas que les acechan, como los embarazos adolescentes.

Por ejemplo, se ha determinado que en algunos países de ingresos bajos y medios, se dan tres veces más embarazos entre las adolescentes de las zonas rurales que entre las púberes de las ciudades.

septiembre 15/ 2015 (afp).-