Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

En 1976, año en el que se descubrió el virus del ébola, un trabajador de una fábrica de tejidos de algodón en Nzara (Sudán) enfermó de la noche a la mañana víctima de diarreas y vómitos sanguinolentos. Poco a poco la plaga se extendió entre los operarios. Murió aquel hombre y otros 150 de los 285 infectados. Ningún científico pudo determinar el origen del mal, pero todos repararon en que del techo de la nave colgaban enormes murciélagos, oriundos del lugar. Y fue la primera vez que se unió, de alguna manera, el virus del ébola con el vampiro de la fruta, una delicatesen que se come vuelta y vuelta, a la parrilla.

El 'New England Journal of Medicine' trazó la ruta de este nuevo brote hasta dar con el 'paciente cero', un niño de dos años que recibió el virus de uno de estos vampiros, o bien de una mordedura directa o bien al comer una fruta mordida por ellos. O incluso si comió la carne contaminada de uno de ellos. Murió en diciembre de 2013 en la localidad de Guekedou (Guinea Conacry) y fue, probablemente, el primer fallecido de los casi 3.500 hasta la fecha.

Cada vez que el ébola reaparece en el cuerpo de algún humano, lo hace en una zona con presencia del Hypsignathus monstrosus o del Epomops franqueti o del Myonycteris torquata, tres tipos de murciélagos que pueden ser (aún no está comprobado al 100%) los huéspedes naturales del virus. Según la propia información de la OMS: "El virus es transmitido al ser humano por animales salvajes y se propaga en las poblaciones humanas por transmisión de persona a persona".

Según esa misma fuente, "el virus del ébola se introduce en la población humana por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados". En estas zonas del continente africano "se han documentado casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva".

Aunque los primates han sido una fuente de infección, se cree que no son el reservorio del virus, sino huéspedes accidentales, como los seres humanos. Desde 1994 se han registrado brotes de ébola en chimpancés y gorilas, que mueren igual que el hombre. Desde 2008, la cepa Reston del virus se ha detectado en varias epidemias de cerdos en Filipinas y China, aunque se ha demostrado que no les produce síntomas.

Rafael Cantón, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), cree que los perros pueden ser "vectores transmisores o reservorios" del virus del ébola. Es decir, que pueden transmitirlo, aunque no está claro si puede desarrollarlo y padecerlo. El presidente del Consejo General de Veterinaria, Juan José Badiola, asegura que hasta el momento no hay ningún estudio que haya demostrado que el virus del ébola se pueda contagiar de seres humanos a perros.