Bevacizumab, anticuerpo monoclonal comercializado por Roche como  Avastin, puede ayudar a prevenir la ceguera en los niños prematuros que  nacen antes de que sus ojos se desarrollen completamente, según muestra  un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Texas  (Estados Unidos), publicado en The New England Journal of Medicine.  Cerca de 50.000 personas en todo el mundo sufren ceguera por este  problema, conocido como retinopatía del prematuro, por sus efectos en la  retina. Este estudio ha mostrado que una sola inyección de bevacizumab  en los ojos del recién nacido previene la ceguera de forma más efectiva  que la cirugía con láser, el método que suele utilizarse cuando se  detectan signos de este problema.  Aunque serán necesarias más investigaciones para confirmar estos  resultados, lo simple de esta intervención y su leve carga física para  los frágiles bebés prematuros son puntos a su favor, según señala la  líder de este trabajo, Helen Mintz-Hittner, del Centro de Ciencias de la  Salud de la Universidad de Texas.  La administración de la inyección “dura pocos segundos”, señala la  investigadora. Sin embargo, la cirugía láser que se emplea para este  problema hasta el momento requiere un equipamiento especial y el uso  tanto de sedación como un tubo para respirar. “Es el mayor retroceso  clínico para un bebé cuyo tubo debería ser retirado”, añade  Mintz-Hittner.  Avastin está aprobado por la FDA de Estados Unidos para varios  tipos de cáncer, incluidos el de colon metastásico.  En este estudio, 150 niños prematuros fueron divididos en dos  grupos para recibir tratamiento con el anticuerpo monoclonal o con  cirugía láser. Todos presentaban daños importantes en la retina, en el  lugar más próximo al nervio óptico, que se encarga de llevar información  desde el ojo hasta el cerebro.  Entre los 75 niños que recibieron el fármaco el 6% tuvo una  recurrencia de la retinopatía del prematuro, en comparación con el 42%  de los tratados con láser.  Para Mintz-Hittner, estos descubrimientos son especialmente  importantes en países donde sobreviven más niños prematuros, pero no se  puede prevenir que los recién nacidos se vean expuestos a demasiado  oxígeno, lo que ayuda a la enfermedad. “Pienso que esto será aceptado  bastante rápido y por mucha gente”, concluye.  N Engl J Med 2011; 364:603-615  |